Siempre aprendo algo nuevo con Héctor. No importa cuando escriba esta frase, siempre es un gusto platicar con él en vivo, y leerlo, todo un lujo. Sus conocimientos sobre la vida madrileña son vastos y sus anécdotas son para volver la cabeza y prestar atención. «En este café se hablaba de platillos volantes y de extraterrestres venidos de otras galaxias, con la anuencia de Franco y de la dictadura». Con esa simple premisa, ya tenemos un suculento entrante para pedir en el café Lion. Si el entrante ya nos atrajo, entonces podemos pasar al sótano, a La ballena alegre, a por el plato fuerte. Estamos en 1962, el Real Madrid acaba de ser campeón y los coletazos de la posguerra aún se dejan sentir en el país.

Fernando Sesma y el grupo de amigos del espacio, el BURU, presiden la reunión en La ballena alegre, con todos los permisos en regla. Volvemos la vista y descubrimos a Antonio Buero Vallejo tomando notas. En la mesa se habla de cartas que los extraterrestres han hecho llegar, mensajes crípticos, surrealistas, de lo que está por venir. «¿Y qué está por venir?», pregunta alguien con tono de burla. Sesma, con toda la seriedad le responde que el contacto con seres de otros planetas está al alcance de la mano, y alza la última carta de Saliano, el contacto que lo ha empezado a introducir en el mundo de Auco, un edén, una utopía intergaláctica a pocos años luz de la Tierra. Y no lo hace al voleo, presenta detalles que Saliano ha dejado en clave a lo largo de las cartas y que dejan boquiabierta a la audiencia, con algunas risas de fondo cuando Sesma hace hincapié en cuestiones íntimas o de marcado tinte erótico, como el pintoresco asunto de unas ocas copulando con vírgenes aucanas.
A que nos hemos imaginado la escena. Y esto es solo un bosquejo propio, minúsculo, porque Héctor tiene el mérito de meterse en esa sala y presentarnos con lujo de detalles lo que ahí se cuenta. El Madrid que yo imaginaba en los sesenta, gris, brumoso, frío, Héctor lo presenta en colores, lleno de sensaciones vivas y con el vasto conocimiento del callejero madrileño y de sus variopintos personajes. Y con ovnis y extraterrestres en el juego que nos propone, el cóctel cobra vida propia. Entonces la historia se desenreda, lo que se narra a la par de este espectáculo de BURU va tomando forma y aparecen experimentos sociales, psicológicos, entran en escena los espías en gabardina y sombrero y la novela discurre en ese tono noir de espías, de refugiados alemanes arrepentidos, nazis que buscan absoluciones fuera de los tribunales. El protagonista, Dieter Baumeister, es un gran ejemplo de nazi atormentado por su pasado, y con él nos vamos identificando a lo largo de las locuras de BURU y sus extravagantes invitados, y de la vida que se intenta construir en ese país aún presa de la dictadura.
El final es sorprendente, donde se terminan de atar todos los cabos, la cuestión de los extraterrestres y la inquietante idea del control mental, ya sea individual, a un grupo, o a las masas. Todo ello aderezado con una vital conferencia de Aldous Huxley que funge como un pistón profético a lo que Héctor consigue llegar al final de la novela. Gracias, Héctor, por esta masterclass de la vida madrileña.
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